Autor: Erika Mora
Primera edición: 2021
Editorial: La Raíz Invertida Editorial
Beca del Ministerio de Cultura para publicación de obras de autoras de los grupos étnicos y población de interés, categoría: mujeres campesinas (2020).
Apenas noté que los poemas de Detalles mínimos me regresaban al campo, decidí regresar a él. Me regalé la experiencia completa de leer este libro en el camino destapado de una vereda, a la sombra de los grandes sauces que cercan un cultivo de papa. Entonces tuve la experiencia de habitar el libro, de recorrer la infancia de una niña campesina con imágenes tan frescas como la abuela que levanta a las gallinas para tomar sus huevos, y tan fascinantes como las mujeres que amasan el viento con las manos y lo reparten al desayuno.
Efectivamente, es un libro de detalles mínimos que hieren y evocan, que nos devuelven la memoria del campo. Erika Mora nos presenta una voz que nace transparente y conserva su frescura en las aguas de la ciudad. Ah, y la edición con ilustraciones pastoriles de Midi (David Preciado) y sobrecubierta en pergamino, realza la pulcritud de estos Detalles mínimos. Se nota que la editorial acogió con inteligencia y afecto, el libro que tenía entre manos.
Alejandro Cortés González
Comparto a continuación dos de mis poemas favoritos del libro:
Como si fuese el Edén
Abuela salía
a mercar cada mañana
al jardín,
tomaba el azadón,
movía la tierra,
desenterraba la yuca.
Luego cortaba las hojas del durazno,
trillaba los pastales
hasta encontrar el toronjil,
levantaba las gallinas de sus nidos
y tomaba sus huevos.
Llevaba un escalón
bajo el brazo
para alcanzar las peras
más altas del árbol.
Y un hacha
en la mano
para quebrar el roble;
prendía la estufa
y llenaba la casa de humo.
Carboneras
Las mujeres de mi aldea
amasan el viento
con sus manos
y lo reparten al desayuno,
danzan por los pastales
donde las serpientes
no se atreven a cruzar,
ordeñan las vacas
de madrugada,
cavan la tierra,
siembran la yuca,
tejen los cocos
a las palmeras
y vuelven para el almuerzo.
Lavan las nubes
secándolas en el tendedero
y ciernen harina
sobre montañas
para dormir la noche.
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